Estas palabras nos parecen tan fuertes y hasta exageradas: ¿cómo Dios puede confiar tanto a personas tan humanas? Sin embargo, así es Dios, confía en nuestra humanidad, sabe que, si nos abrimos a la acción de su gracia, podremos, aun en nuestras limitaciones, realizar su obra en el mundo. Fue así con Eliaquím, fue así con Pedro y con todos sus sucesores. Ciertamente, no es que estos sean superhombres, sino que Dios se compromete a sostenerlos con especial gracia para que puedan cumplir la misión confiada. Lo mismo hace con todos nosotros cuando nos pide algo. No tengamos miedo de decirle sí, aunque seamos débiles. Él nos sostendrá. Paz y bien.