“Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados…”. Jn 6, 9 En la multiplicación de los panes encontramos una lección muy fuerte para todos nosotros. Aun cuando el problema sea mucho mayor de lo que podamos solucionar, esto no nos debe paralizar. Cualquiera se asustaría delante de una muchedumbre hambrienta si tuviera solo cinco panes y, quizás, los escondería, pero este niño igual puso a disposición lo que tenía. Dios solo lo multiplicó. El gran milagro fue que alguien confiase en que lo poco que tenía podía ayudar. No nos paralicemos delante de las grandes dificultades, empecemos a hacer lo que podemos y Dios vendrá en nuestro auxilio. Los milagros empiezan colocando nuestra parte. Paz y bien.