Dios responde a nuestro esfuerzo. Cuando nos interesamos –y con perseverancia ponemos de nuestra parte–, Dios nos bendice y hace que nuestras obras prosperen. Nuestro Dios es un Padre amoroso, que quiere acompañar a sus hijos con gracias especiales cuando oramos, cuando trabajamos, cuando nos esforzamos. Jamás el Señor deja sin respuesta el clamor de sus hijos. Aun cuando lo que pedimos sea un disparate, Él nos escucha y nos regala lo que realmente necesitamos. Pero si nunca pido, busco o llamo…, estaré perdiendo muchas oportunidades de la gracia de Dios en mi vida. Paz y bien.