“No teman a los que solo pueden matar el cuerpo, pero no el alma; teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno” Mt. 10,28 Vivimos en una sociedad en la que se da mucho énfasis a lo que es el cuerpo. Cada día se buscan formas de evitar visualizar el envejecimiento o disimular la muerte y el dolor. Y está instalado el miedo hacia lo que implica sufrimiento y malestar. En este contexto, tiene más fuerza el mensaje que hoy recibimos de Dios: no es necesario temer a la muerte corporal. De hecho, ella es el paso que haremos para volver a nuestra casa verdadera, el cielo. Que nuestra fe nos ayude a profundizar en el entendimiento de la muerte sin la necesidad del temor. Confiemos, Dios nos promete vida y lo que él promete, lo cumple. Paz y bien.