“Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean”. Lc 24, 39 Jesús resucitado se presenta delante de sus apóstoles y ellos se asustan. Piensan que es un fantasma o solo un espíritu. Sin embargo, la resurrección es volver a la vida también con un cuerpo, que será un cuerpo de gloria, no más pasible de enfermedades, sino con plena vitalidad, pero a la vez con las marcas de antes, en su caso, con las señales de la pasión, que lo hacen reconocible. No sabemos todos los detalles, pero lo mismo sucederá con nosotros en la resurrección de la carne. Seremos nuevos, pero llevaremos las marcas de este mundo y mantendremos nuestra identidad. Paz y bien.