15/9/2023

“No soy digno de que entres en mi casa; basta que digas una palabra…”. Lc 7, 6-7

Cuántas veces estamos así: necesitamos de Dios, de su ayuda, de su favor, pero nos sentimos indignos de pedirle y también de que Él venga hasta nosotros. Como el centurión, pedimos que otros intercedan en nuestro favor y nos quedamos temerosos de que el Señor entre en nuestra vida quizás marcada por tantas debilidades y pecados. Pero, más allá de la realidad concreta de este hombre, Jesús valora su fe y, sin forzarle a nada, realiza el milagro que necesitaba. Aunque no seamos dignos de recibir el Señor en nuestra casa, no perdamos la esperanza, pues igual él puede salvarnos. Paz y bien.

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