La oración cotidiana es parte esencial de la vida cristiana. Sin embargo, los momentos importantes de nuestra vida deberíamos vivirlos con una especial oración. Así lo hizo Jesús –por ejemplo– antes de elegir a los doce apóstoles. También nosotros, antes de una decisión importante; antes del matrimonio, antes de una operación, antes de empezar un nuevo trabajo, antes de un diálogo significativo, deberíamos retirarnos en oración. La oración hecha con fe ilumina nuestro espíritu nos da un discernimiento sereno, nos inspira las palabras justas y nos llena de paz. La oración es siempre nuestra mejor preparación. Paz y bien.