“Jesús les volvió a decir: ¡la paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, así los envío yo también” Jn 20,21 Jesús resucitado se aparece a sus discípulos, que aun conmocionados con todo lo sucedido, seguían acelerados. A ellos, el Señor les regala la tan anhelada paz en medio de sus agitaciones. Y no solo les regala esta preciosa gracia, sino que les invita a compartirla con los demás. Hoy nosotros somos esos discípulos, y aunque el Señor no se nos aparezca de forma visible, nos habla a través de la escritura para brindarnos paz y hacernos a la vez, instrumento de paz para los diferentes lugares donde nos encontramos. Reconozcamos la gran misión de ser portadores de paz para tantos lugares en los que actuamos cotidianamente y que están llenos de conflictos, dificultades y tensiones. Seamos embajadores de Jesús llevando paz a nuestros ambientes. Llenemos nuestro corazón de la paz de Jesús y transmitámosla hoy. Paz y bien.
