La vida humana está llena de imprevistos. Vive mejor quien se encuentra preparado para afrontar las más variadas situaciones. Lo mismo sucede en el campo espiritual: no debemos estar postergando nuestra conversión o nuestro cambio de vida como si tuviéramos aún todo el tiempo del mundo, pues de improviso la vida puede pedir cuentas. Deberíamos vivir cada día como si fuera el último, especialmente sin deber amor para nadie. Todos los días deberíamos cerrar nuestro balance: pedir perdón, agradecer, compartir y festejar. Debemos estar siempre preparados, siempre con la valija lista, pues en la hora menos esperada nos sorprenderá el Señor. Paz y bien.
