“Cuando le llegó a Isabel su día, dio a luz un hijo, y sus vecinos y parientes se alegraron con ella al enterarse de la misericordia tan grande que el Señor le había mostrado”. Lc 1,57 Hoy celebramos como Iglesia, la alegría del Nacimiento de Juan Bautista. En su forma de ser concebido vemos cómo para Dios nada es imposible. Vemos y entendemos -sobre todo- que el tiempo de Dios es perfecto. La gracia llega cuando tiene que llegar… y se transforma en vida que ilumina a todo el entorno. Al recordar el nacimiento del precursor de Jesús, redescubramos en nuestra propia existencia cómo Dios va obrando en el tiempo perfecto, con misericordia y providencia. Repasemos nuestra vida y alegrémonos por los toques del cielo que ya recibimos y por aquellos que todavía estamos esperando. Ánimo, Dios está contigo. Paz y bien.