Discipulado
15/6/2024

XI Domingo del Tiempo Ordinario (B)

XI Domingo del Tiempo Ordinario (B)

XI Domingo del Tiempo Ordinario (B)

“El reino de Dios se parece a un hombre que echa semiente en la tierra. Él duerme de noche, y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo” Mc 4, 26-27

En el evangelio que la Iglesia nos regala este domingo, descubrimos a Jesús que quiere explicarnos, en un modo muy sencillo que es el Reino de Dios. Aun hablando de cosas tan profundas, Jesús que es un perfecto comunicador, consigue explicar con un lenguaje del cotidiano el misterio de su reino.

Hoy a través de la ciencia algunas personas ya conocen todos los mecanismos que hacen crecer una semilla. Al contrario, la mayor parte de los campesinos no saben explicar este proceso, pero saben exactamente lo que tienen que hacer para que ello suceda.

Lo más importante para el Reino de Dios no es saber todas las cosas, conocer todos los mecanismos, ser un gran científico. Lo más importante es confiar que poniendo una semilla en la tierra y dándole agua, ella va a crecer y producir frutos.

Cuando hacemos un bien, cuando realizamos una obra de caridad, cuando oramos, cuando perdonamos a alguien, cuando acogemos y respetamos a los demás como personas, entonces somos como el agricultor que está colocando la semilla en la tierra, y en esto misteriosamente va haciendo crecer el reino de Dios.

Es inútil conocer toda la fisiología del brazo, ser un especialista de los músculos, saber explicar en detalles todos sus movimientos y no ser capaz de dar un abrazo.

Es inútil tener lindos discursos pacifistas, colocar la bandera de la paz en la ventana, participar en marchas contra las guerras y no ser capaz de perdonar a quien te hizo una ofensa.

Es inútil saber hablar de solidaridad internacional, hacer lindos proyectos para ayudar a los niños carentes, y no ser capaz de renunciar a una cosa tuya para darle a quien la necesita más que tú.

El Reino de Dios no crece con teorías. El Reino de Dios crece con la semilla echada en la tierra. Crece en la noche.

A veces ante un problema, nos desesperamos, queremos entender todo, queremos resolver primero en nuestras mentes y acabamos no haciendo nada. Parece que la sugerencia de Jesús es otra: antes que nada, buscar hacer el bien, una oración, una buena palabra, un abrazo y mucha confianza, pues sin que sepamos Dios hará germinar la solución. Es inútil angustiarnos con lo que nos supera. Debemos hacer lo que podemos: “colocar la semilla”, el resto Dios lo hará.

         El Señor te bendiga y te guarde,

         El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.

         El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.

         Hno. Mariosvaldo Florentino, capuchino.

Hno. Mariosvaldo Florentino

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