Jesús tuvo muchos admiradores: algunos admiraban sus palabras; otros, sus milagros;
otros, su libertad frente a la ley y a las autoridades; otros, su compasión para con los que
sufren y otros, su determinación en abrazar la cruz. Sin dudas, el admirarlo ya es una
gran cosa y creo que todos debemos sentir esta admiración por él, pero no basta solo
esto. Es necesario dejarse convencer por él y decidirse a seguirlo. Lo que da sentido a
nuestra vida no es el ser admiradores de Jesús –pues puedo admirarlo con los brazos
cruzados– sino buscar hacer lo mismo que él hizo, esto es, vivir su propuesta. Decídete
hoy a seguirlo de verdad.
¡Paz y Bien!