Discipulado
15/11/2023

“Hagan ycumplan todo lo que dicen, pero no los imiten, ya que ellos enseñan y nocumplen” Mt 23,3

En el Evangelio de este domingo Jesús continúa haciendo una crítica severaa los “Maestros de la Ley” y a los “Fariseos”. Nosotros podemos pensar que comono somos fariseos esto no nos toca. Con todo, creo que en ellos se haceconcreta una tentación presente en todos los humanos, a saber: querer exigir delos demás lo que nosotros no estamos dispuestos a hacer. Por eso, meditar enestas palabras pensando que Jesús las dijo también para nosotros, puedeayudarnos en nuestro camino de fe.

“Hagan y cumplan todo lo que dicen, pero no los imiten, ya que ellos enseñan y no cumplen” Mt 23,3

En el Evangelio de este domingo Jesús continúa haciendo una crítica severa a los “Maestros de la Ley” y a los “Fariseos”. Nosotros podemos pensar que como no somos fariseos esto no nos toca. Con todo, creo que en ellos se hace concreta una tentación presente en todos los humanos, a saber: querer exigir de los demás lo que nosotros no estamos dispuestos a hacer. Por eso, meditar en estas palabras pensando que Jesús las dijo también para nosotros, puede ayudarnos en nuestro camino de fe.  

La primera cosa que me llama la atención es que Jesús no desautoriza la predicación de ellos. Jesús no dice: “No escuchen a los fariseos, porque ellos son incoherentes.” Jesús reconoce que lo que dicen es justo y por eso afirma: “Hagan y cumplan todo lo que ellos dicen.”  

Muchas veces nosotros no queremos escuchar lo que nos dice una persona, o una corrección que alguien nos hace, porque tal persona tiene también muchos defectos. Esto no es justo según Jesús. Aunque alguien sea muy pecador, puede indicarnos el camino justo. Debemos evaluar lo que nos dice no por su vida, sino según el evangelio. Dios se vale, a veces, de instrumentos muy imperfectos para realizar su obra: somos vasos de barro que llevamos su buen perfume. Es un comportamiento infantil decir que yo no hago lo que este me dice, porque ni él lo cumple. Nuestro compromiso es con Dios, no con la vida de los predicadores. “Hagan y cumplan todo lo que dicen.”

La crítica de Jesús a los Fariseos fue hecha no por el contenido de su predicación, sino por el desinterés en ponerla en práctica. Ellos se creían perfectos. Pensaban que su misión era solamente corregir a los demás, pero que en sus vidas ya eran impecables. Aquí está el problema.

No creo en una frase muy común de nuestros días, que dice: “uno solo debe predicar lo que vive, pues sino será un incoherente.” No creo que el criterio para la predicación sea mi vida, pues así mi predicación será muy pobre, porque soy muy limitado. El criterio es el Evangelio, es la vida de Jesucristo. Es esto lo que tengo que predicar, Él es el modelo. Y como la Palabra de Dios es como una espada de dos filos, que corta cuando va y cuando viene, tanto quien escucha la predicación, como quien la hace, deben ser penetrados por esta espada, o sea, también el predicador debe ser capaz de dejarse cuestionar por la Palabra y buscar cada día mejorar su vida.

Para Jesús no es un problema que prediquemos más de lo que vivimos, desde que nos reconozcamos en este proceso de conversión.  

El problema no es la predicación, sino exigir de los demás lo que yo no hago. Predicar la verdad integralmente es mi misión, aunque muchas cosas me cuesten vivirlas, lo que no debo hacer es exigir de los demás, lo que ni yo vivo. Esto era el problema de los Fariseos: ellos juzgaban a los demás sin mirar a ellos mismos. Colocaban fardos en los otros que ellos ni pensaban cargar. Esto es realmente incoherencia e hipocresía.

Muchos santos nos enseñan que el buen cristiano es aquel que exige mucho de sí mismo, pero con los demás es siempre lleno de misericordia.

Que Dios nos ayude a vivir auténticamente su mensaje, aun cuando los predicadores dejen mucho qué desear con sus ejemplos. Que Dios bendiga a nuestros predicadores, dando mucha luz para anunciarnos y para que busquen cada día vivir mejor lo que predican.  

El Señor te bendiga y te guarde,

El Señor te haga brillar su rostro y tenga misericordia de ti.

El Señor vuelva su mirada cariñosa y te dé la PAZ.

Hno. Mario, capuchino.

Hno. Mariosvaldo Florentino

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