29/3/2024

“Uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua”. Jn 19, 34

“Uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua”. Jn 19, 34 Hasta qué punto puede llegar la maldad humana: clavar en una cruz a aquel que pasó su vida haciendo el bien: predicando y sanando. Pero lo interesante de Dios es que puede transformar incluso nuestras maldades en oportunidades de gracia. Este soldado, al traspasar el corazón de Jesús, nos dejó abierto para siempre el corazón de Dios. En efecto, la herida de su costado permaneció después de la resurrección y continúa hasta hoy derramando sangre y agua para nuestra salvación. Acerquémonos y pongámonos bajo su cruz para que nos lave su preciosísima sangre. Paz y bien.

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