Lc 10, 33-34 También nosotros debemos ser como este samaritano cuando encontramos a alguien que nos necesita. En primer lugar, debemos verlo. A veces nuestra insensibilidad ya llegó a niveles tan elevados que ni vemos más el dolor, no nos damos cuenta. En según lugar, hay que conmoverse con el dolor del otro. Sentir compasión, esto es, entrar en su dolor. Pero no basta solo esto. No basta solo llorar, emocionarse y después no hacer nada. Es necesario llegar a la acción concreta. El samaritano se bajó y se hizo cargo del que le necesitaba. “Ve y haz lo mismo”. Paz y bien.