La fiesta de la presentación de la Virgen María en el templo que hoy celebramos nos recuerda una vez más que la grandeza de esta mujer no está solo en que haya sido escogida por Dios, sino también en que ella siempre supo ser su discípula. Desde su núcleo familiar, ella fue introducida en el servicio del Señor; por eso fue presentada en el templo. También nosotros somos llamados a conocer la voluntad de Dios y vivirla concretamente, pues no nos salvarán los títulos ni los cargos ni tampoco las amistades, sino solamente el cumplir lo que Dios nos pide. Paz y bien.