«. Jesús le dijo: “Yo mismo iré a curarlo”». Mt 8, 6 Ante una visión que quiere ver a Dios como el inmóvil, Jesús, desde el misterio mismo de su Encarnación, nos revela a un Dios que viene a nuestro encuentro para traernos la salvación. El Dios cristiano no es estático e impasible, a quien no le importan nuestras dificultades, sino que es un Dios disponible a ir al encuentro, que se conmueve con los dolores y viene a curarnos. El problema es que, muchas veces creyéndonos autónomos, no le llamamos o hasta no le recibimos. Ábrete al encuentro con Dios, Él está viniendo. Paz y bien. Hno Mariosvaldo Florentino, capuchino.
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