“Les aseguro que todo lo que hacen al más pequeño de mis hermanos, a mí me lo hacen”. Mt 25, 40 Los pobres, los enfermos, los hambrientos, los encarcelados, los necesitados son para nosotros presencia de Cristo y por eso es inaceptable que nosotros que conocemos la Palabra de Dios despreciemos a estas personas. Si yo soy capaz de reconocer en la Eucaristía la presencia del Señor y me arrodillo y lo alabo con tanta devoción, debo también reconocerlo en los más necesitados. Mi culto es estéril e inútil si no me ayuda a reconocer y servir a Cristo en los que sufren. Señor, sana mi ceguera. Ayúdame a verte en los pobres. Paz y bien.