“Pero Jesús se inclinó y se puso a escribir en el suelo con el dedo. Como ellos insistían en preguntarle, se enderezó y les dijo: aquel que no tenga pecado, que arroje la primera piedra” Jn. 8,6-7
Hoy escuchamos el tan conocido pasaje en que quieren apedrear a una mujer por haberla descubierto en pecado. Ya hemos reflexionado en otras ocasiones acerca de lo importante de no juzgar o querer ser rígidos con quien ha fallado pues también nosotros muchas veces nos equivocamos, pecamos y tenemos limitaciones. En el versículo que hoy remarcamos podemos observar otra enseñanza importante: la actitud de Jesús ante la presión de la gente. Él no se deja apabullar, sino que permanece en paz, ingresa a su santuario interior -se da un tiempo- y rescata la sabiduría para poder accionar. Ante las presiones cotidianas, aprendamos a ser como Jesús. Démonos un tiempo para poder responder con sabiduría y desde la tranquilidad. Paz y bien.